Acomodaste tu cuerpo junto al mío, ensamblándolo como dos piezas de un rompecabezas.
No me sorprendió verte, creo que te estaba esperando.
Comenzaste a acariciar mi cabello, y yo el tuyo. Nuestras miradas se encontraron y se quedaron prendadas. Luego fue el turno de nuestras bocas, primero un beso tímido, tierno, que se transformó en urgente.
Nos abrazamos tratando de retenernos en el instante, y nuestros cuerpos se fundieron en uno, amándose, derritiéndose, incendiándose.
Desperté, y sonreí al sentir tu perfume en mi piel.
Imagen: Romina Collado http://rominacollado.blogspot.com/