lunes, 30 de julio de 2012

Reencuentro

Hace tiempo que ni te miraba. Pasaba a tu lado indiferente. Ayer, de repente, volví a sentir necesidad de vos. De zambullirme en tu mundo, de sentirte cerca, de tocarte. Fue mágico, como si el tiempo no hubiera pasado, al instante nos comunicamos, nos entendimos, nos fusionamos en uno solo.



Sé que no me guardas rencor, que entendés mis estados de ánimo cambiantes. Estoy segura que estaremos un largo tiempo juntos, ahora que te redescubrí, que pude sentirte otra vez entre mis manos y transportarme a otros mundos, a un espacio único, nuestro, de reencuentro y absoluta entrega.


Gracias por estar siempre dispuesto a recibirme,sin reproches, por no pedirme nada a cambio.


Gracias por permitirme tocarte, sentirte, emocionarme, querido libro mio.




jueves, 26 de julio de 2012

Regalo de Aniversario

Con motivo del segundo aniversario de Adictos a la escritura la consigna de este mes gira en torno al tema aniversario junto con la elección de dos personajes de una larga lista. Elegí asesino a sueldo y genio de la lámpara.


En dos semanas celebrarían su decimoquinto aniversario. Amanda amaba a Rogelio, no imaginaba su vida sin él. Era una mujer muy curiosa, ansiosa, alegre. Su vida giraba en torno a su marido, vivía para él, preparando sus platos preferidos, planchando la ropa de la manera que a él le gustaba, usando el perfume que el había elegido...




Rogelio hacía tiempo que se había cansado de lo obsecuencia de su esposa, por eso cuando conoció a Celeste, una joven rebelde e independiente se sintió inmediatamente atraído. Al poco tiempo comenzaron un romance fogoso, inquietante, que los mantenía en constante éxtasis. La vida tomó otro sentido para Rogelio, y lo que tanto odiaba en su mujer, se convirtió en su propio karma. Se transformó en el esclavo de Celeste, hacia todo lo que ella quería, le pedía o le ordenaba. Su único fin en la vida era hacer feliz a esa joven pecosa que lo volvía loco.



Amanda venía pensando hace tiempo con que sorprender a su marido, quería un regalo original. Cuando entró en el negocio de antigüedades lo recorrió pausadamente. Cuando lo vio, no lo dudó. Tomó el objeto con suma delicadeza, pensó que debía limpiarlo hasta dejarlo brilloso, y quedaría como nuevo. La vendedora lo envolvió con esmero y Amanda salió con una gran sonrisa de la tienda, satisfecha consigo misma.



El pedido de Celeste era demasiado. Se sentía abrumado. Con el correr de los días la idea se iba haciendo más y más aceptable. Comenzó a pensar en las ventajas, descartando todas las contras que intentaban asomar en su conciencia.

- Lo decidí Celeste. Quiero hacerlo.

- ¡Al fin osito de peluche! creí que nunca te decidirías. Conozco a la persona ideal para hacer el trabajo. Voy a decirle que se comunique con vos.

Rogelio asintió, sabiendo que ya no había vuelta atrás.

Se reunió con el asesino a media mañana, le pasó las señas de su mujer, horarios y datos que creyó necesarios. Incluso le llevó una foto bastante actual que le costó no poco trabajo conseguir.



Amanda, sentada en la cocina preparaba la lista de invitados. Rogelio había aceptado organizar una fiesta de aniversario, ¡estaba tan feliz!. Sólo los primeros años de matrimonio los habían celebrado, ya hacía muchos años que el aniversario era una cena especial en casa y un intercambio de regalos. Incluso hubo veces que Rogelio se olvidó de la fecha, el trabajo le insumía todo su tiempo, y esas cosas ella sabía que solían pasar. Había aprendido a mencionar la fecha con anticipación, dándole pistas a su marido para evitarle la incomodidad del olvido. Organizó el menú, y pensó en comprarse un lindo vestido para la ocasión. Hacía tiempo que no estaba tan entusiasmada....

De pronto se acordó del regalo, fue al armario donde lo había escondido. Buscó un paño para sacarle brillo y dejarlo como nuevo. Casi se cae de la silla, cuando de la lámpara comenzó a salir un humo azul, que pronto tomó la forma de un genio. Se restregó los ojos, pensando que se había quedado dormida. No podía creer lo que estaba viendo.

- Mi ama, te concedo tres deseos. Amanda dudó mucho, se trataba del regalo de su marido, pero la curiosidad pudo más y preguntó:

-¿Puedo saber cuál es la sorpresa que me tiene preparada Rogelio?

Y el genio de la lámpara asintió.

miércoles, 18 de julio de 2012

Fuga

Apareció de la nada.y comenzó a tocar su flauta. Una a una fueron saliendo,de las casas, los colegios, los clubes, los mercados, los negocios... Se ubicaron en fila, llenaron la calle siguiendo la música. Las letras encantadas se fueron tras él, dejando a todo el pueblo mudo, sin palabras...




jueves, 12 de julio de 2012

Tu y yo, nada más...




Tus besos

dibujan caminos

húmedos

cálidos

huellas de pasión

encendida.



Tus caricias

recorren

mis secretos

por ti

descubiertos.



Tu piel

abraza la mía

en un íntimo

lenguaje.



Tu amor

me envuelve

me completa.



Tu y yo

nada más.



Imagen:  Enamorados - Gisela Olivares Roggenbuck
 

jueves, 5 de julio de 2012

Mi abuela Clara


Mi abuela Clara era una mujer muy hermosa. De pelo negro, piel blanca, ojos oscuros, boca sensual. Nunca pasaba desapercibida. Una noche fue invitada a un evento, y allí conoció a una pareja, con la cual inmediatamente congeniaron. Prometieron seguir en contacto. Y así lo hicieron.

Aldana era una mujer simpática, medianamente atractiva, casada con un hombre unos años mayor. Nadie podía descubrir sus poderes a simple vista, ni siquiera conociéndola un poco más. Ella se encargaba de eso. En las noches, vestida con largas túnicas negras  y un gran turbante fucsia, invocaba espíritus, hablaba con los muertos, embrujaba, transformaba, hechizaba y amargaba la vida de cualquier mortal que a su criterio lo mereciera.
Su soberbia la sumía en un mundo autoritario donde su palabra era la única verdad. No aceptaba que nadie la contradijera ni pensara diferente. Su marido, Artemio, se había acostumbrado a su carácter dominante, y la seguía en todo para evitar discusiones. Él ni siquiera imaginaba que esta sumisión provenía de los embrujos de su mujer. Ignoraba por completo las artes oscuras que se producían en el hogar.

Una tarde Clara fue invitada a la casa de sus nuevos amigos. Estaba emocionada, y feliz. El matrimonio le parecía cálido, sencillo, desinteresado y encontró en ellos un refugio. Estas visitas se hicieron frecuentes, allí siempre había oídos atentos, comprensivos. Aldana apreciaba sinceramente a Clara, pero como única dueña de la verdad disentían en múltiples ocasiones. No quería lastimar a su protegida, pero de alguna manera debía hacerla reaccionar, entender...
Clara comenzó a sufrir frecuentes e intensos dolores de cabeza. Tras numerosos y arduos  estudios nunca pudieron encontrar el motivo.

Cuando conoció a Alberto inmediatamente quiso llevarlo a que conociera a Aldana y Artemio, que se habían convertido para ella en un pilar irremplazable. Se sorprendió cuando Aldana le dijo que Alberto no era para ella, Clara le dijo que se sentía muy a gusto con él, y estaba dispuesta a darle una oportunidad. Durante los siguientes meses la relación con Alberto se hizo más profunda. Ambos estaban muy enamorados.
- Clara tenés que hacerme caso. Hay muchos hombres mejores y...
- Créeme que hago un esfuerzo por entenderte pero no lo consigo, Alberto es trabajador, honesto, me quiere, ¿qué más puedo pedir? –la interrumpió Clara.
Últimamente las discusiones con Aldana eran diarias, la hacían sentirse desdichada, y hasta desagradecida para con el matrimonio que le había abierto las puertas de su casa, y la trataban como a una hija. Los dolores de cabeza incrementaban su desasosiego.
Dejó de frecuentarlos, como una forma de preservar su salud física y mental.
Pasadas unas pocas semanas no dudó en llamarlos a pesar de la hora inadecuada. Alberto acababa de tener un accidente y agonizaba. Se presentaron en el hospital, olvidando las discusiones y los desentendimientos del último tiempo. Allí estuvieron para Clara, sosteniéndola, apoyándola. Unas horas más tarde Alberto murió, nada pudieron hacer para salvarlo.


Clara se sumió en una profunda tristeza. Se sentía afortunada de tener a su lado a Aldana y Artemio, que la mimaban y no la dejaban sola con su dolor.
El tiempo pasó, Clara nunca olvidó a Alberto, ni siquiera cuando le presentaron  a Gerardo, un hombre que Aldana había insistido que conociera.
Gerardo adivinaba sus deseos, aun antes de pronunciarlos,  la consentía en todo, era amable, servicial, quizás demasiado para su gusto. No había emoción en su vida, todo era demasiado pulcro, medido, predecible...
Nuevamente comenzaron las discusiones con Aldana, quien quería convencerla a toda costa que Gerardo era el hombre que le convenía.
A pesar de su insistencia, no lo  logró, y Gerardo se fue de su vida sin dejar un espacio para extrañarlo. Clara a los pocos días enfermó, sin encontrar los médicos una causa. Y aunque Aldana insistía que el motivo era su separación de Gerardo, Clara sabía con seguridad que no era así, mas no tenía fuerzas para discutir. Se sentía débil, vulnerable...
En su trabajo conoció a Demián, un nuevo empleado que aceleraba los latidos de su corazón. Aldana se enfureció al enterarse. Una fuerte y repentina lluvia azotó la ciudad. Un temporal absolutamente inusual en esa época del año.
Clara se sentía abrumada, comenzó a creer que lo mejor era alejarse de Aldana y Artemio, que si bien eran como su familia, las terribles discusiones con la mujer eran un precio demasiado caro. Al tomar esta decisión un dolor de cabeza repentino la dominó. Entre la neblina de sufrimiento, puntadas de certezas fueron aclarando su mente y mi abuela comprendió casi como una revelación que Aldana era la artífice de sus pesares. Le costaba creerlo, pero a medida que lo pensaba con más detenimiento comprendió que estaba en lo cierto. Antes de conocerlos era una muchacha feliz.
Se sentía presa  entre barrotes de impunidad, dominada por una fuerza superior y egoísta. No sabía cómo saldría de esto.
Demián se apareció de improviso en su casa, al verla en ese estado, se preocupó. No le quedó más remedio que contarle todas sus suposiciones que eran verdades. Para su sorpresa, Demián no se rió ni burló. Pareció tomar muy en serio sus palabras. Mas durante una semana completa no escuchó de él, ni siquiera fue a trabajar.
Extrañamente comenzó a sentirse mejor, relajada, los dolores de cabeza comenzaron a desaparecer hasta mermar por completo. Cuando Demián se presentó en su casa ya había tomado una decisión, demasiada  brujería había tenido en su vida. Le agradeció sin mediar palabra, y sus caminos tomaron rumbos diferentes.
Unos meses después mi abuela conoció a mi abuelo. Al tiempo se enteró de la misteriosa muerte de Aldana, así supo que su pesadilla había concluido.

Imagen:Bernadette Schilder- Toscana


lunes, 2 de julio de 2012

A la hora del almuerzo

A la hora del almuerzo, tras calentar la comida traída desde su casa, se sentó Mary como todos los días en el cuarto pequeño y sofocante. A los pocos minutos una mano pequeña y pegajosa tocó su rodilla, al tiempo que escuchaba: -" tengo miedo". Si no hubiera distinguido claramente las palabras hubiera confundido el sonido con el aullido de un gato.


Tras saltar en la silla, la empujó para atrás y se agachó para mirar debajo de la mesa. Unos enormes y asustados ojos negros salpicados de súplica la estaban mirando.

Levantó a la niña, que no debía tener más de cuatro o cinco años. Inmediatamente un gran manto de ternura las envolvió a las dos, sentimiento hasta ahora desconocido por ambas.

En la oficina se armó un gran revuelo al ver a Mary con la niña en brazos, todas se peleaban para alzarla, pero ninguna de las dos quería separarse de la otra. Comenzaron los rumores inmediatamente, Mary trajo a su hija al trabajo, se casó en secreto, el marido las dejó en la miseria. Parecía un concurso literario, ya que se tejían las historias más fantásticas, derrochando imaginación.

Mary no podía darse el lujo de perder el trabajo, así que se dirigió a la oficina del jefe, un hombre imponente por su gran tamaño y gesto adusto. Golpeó débilmente la puerta esperando la orden para entrar. Con timidez le pidió permiso para retirarse ya que le había surgido un problema personal que no podía dilatar. Asombrosamente (o no tanto) el jefe estaba de buen humor (Katy, la de Contabilidad, había accedido a salir con él)

- Podes salir, dijo, mostrando una sonrisa de dientes manchados de nicotina, hasta podes tomarte unos días, agregó con una voz melosa mientras se imaginaba acostado con Katy.

Mary no podía creer su buena suerte, evidentemente su jefe tenía un buen día, jamás la había tratado con tanta consideración. Mejor no decir nada y aprovechar su buena estrella.

Si escuchaba a la razón debía ir a la policía, pero Mary tenía la mala costumbre de oír a su corazón así que se dirigió directamente a su casa con la criatura abrazada a su pecho. Una vez allí, después de darle de comer, se dispuso a bañarla mientras pensaba mentalmente que ropa le pondría. Su corazón se encogió al ver el cuerpito hambriento, plagado de marcas azul verdosas que marcaban un mapa de maltrato. Trató de no llorar, para no angustiarla mientras llenaba una bañera con espuma, ante los maravillados ojos de la nena.

- Como te llamás?

- Sary -dijo con una sonrisa.

La nena se quedó dormida en su cama, vestida con una remera rosa de Mary que le quedó como un vestido. Mary comenzó a dar vueltas en la habitación, con una cabeza mareada de ideas.

Tras mucho pensar llamó a su amiga Gaby, quien tenía contactos y sabría qué hacer. Después de enojarse por la imprudencia, se dispuso a ayudarla, como era de esperar.

Gaby conocía abogados, asistentes sociales, quienes se conmovieron con la historia, y mucho más aún al conocer a Sary, pero todos coincidían en que se trataba de un delito, y lo más conveniente era ir a la policía. Rodeada de una comitiva de amigas, más las amigas de las amigas, Mary y Sary se presentaron en la comisaría. Allí un oficial simpático, les dijo que esperaran.

Tras presentar su caso, buscaron inmediatamente en los registros denuncias de chicos desparecidos, para poder ubicar a los familiares. Grande fue la sorpresa de todos al no encontrar ninguna que se ajustara a la descripción de Sary. Por lo tanto, al juez de turno no le quedó más remedio que otorgarle la custodia provisoria a Mary. Hubieron trámites engorrosos, interminables, incluso aparecieron los padres de Sary, en estado deplorable, tras recuperarse apenas de su borrachera, reclamando a Sary. Mary temblaba ante la posibilidad de perder a Sary, pero mucho más de entregársela a esos monstruos que habían maltratado y descuidado a su propia hija.

Finalmente, después de un tiempo que pareció eterno, Mary se convirtió en la madre oficial de Sary, uniendo dos caminos paralelos con un puente que el destino se encargó de construir para ambas.

Imagen : The kiss- Gioia Albano