Mi abuela Clara era una mujer muy hermosa. De pelo negro, piel blanca, ojos oscuros, boca sensual. Nunca pasaba desapercibida. Una noche fue invitada a un evento, y allí conoció a una pareja, con la cual inmediatamente congeniaron. Prometieron seguir en contacto. Y así lo hicieron.
Aldana era una mujer simpática, medianamente atractiva, casada con un hombre unos años mayor. Nadie podía descubrir sus poderes a simple vista, ni siquiera conociéndola un poco más. Ella se encargaba de eso. En las noches, vestida con largas túnicas negras y un gran turbante fucsia, invocaba espíritus, hablaba con los muertos, embrujaba, transformaba, hechizaba y amargaba la vida de cualquier mortal que a su criterio lo mereciera.
Su soberbia la sumía en un mundo autoritario donde su palabra era la única verdad. No aceptaba que nadie la contradijera ni pensara diferente. Su marido, Artemio, se había acostumbrado a su carácter dominante, y la seguía en todo para evitar discusiones. Él ni siquiera imaginaba que esta sumisión provenía de los embrujos de su mujer. Ignoraba por completo las artes oscuras que se producían en el hogar.
Una tarde Clara fue invitada a la casa de sus nuevos amigos. Estaba emocionada, y feliz. El matrimonio le parecía cálido, sencillo, desinteresado y encontró en ellos un refugio. Estas visitas se hicieron frecuentes, allí siempre había oídos atentos, comprensivos. Aldana apreciaba sinceramente a Clara, pero como única dueña de la verdad disentían en múltiples ocasiones. No quería lastimar a su protegida, pero de alguna manera debía hacerla reaccionar, entender...
Clara comenzó a sufrir frecuentes e intensos dolores de cabeza. Tras numerosos y arduos estudios nunca pudieron encontrar el motivo.
Cuando conoció a Alberto inmediatamente quiso llevarlo a que conociera a Aldana y Artemio, que se habían convertido para ella en un pilar irremplazable. Se sorprendió cuando Aldana le dijo que Alberto no era para ella, Clara le dijo que se sentía muy a gusto con él, y estaba dispuesta a darle una oportunidad. Durante los siguientes meses la relación con Alberto se hizo más profunda. Ambos estaban muy enamorados.
- Clara tenés que hacerme caso. Hay muchos hombres mejores y...
- Créeme que hago un esfuerzo por entenderte pero no lo consigo, Alberto es trabajador, honesto, me quiere, ¿qué más puedo pedir? –la interrumpió Clara.
Últimamente las discusiones con Aldana eran diarias, la hacían sentirse desdichada, y hasta desagradecida para con el matrimonio que le había abierto las puertas de su casa, y la trataban como a una hija. Los dolores de cabeza incrementaban su desasosiego.
Dejó de frecuentarlos, como una forma de preservar su salud física y mental.
Pasadas unas pocas semanas no dudó en llamarlos a pesar de la hora inadecuada. Alberto acababa de tener un accidente y agonizaba. Se presentaron en el hospital, olvidando las discusiones y los desentendimientos del último tiempo. Allí estuvieron para Clara, sosteniéndola, apoyándola. Unas horas más tarde Alberto murió, nada pudieron hacer para salvarlo.
Clara se sumió en una profunda tristeza. Se sentía afortunada de tener a su lado a Aldana y Artemio, que la mimaban y no la dejaban sola con su dolor.
El tiempo pasó, Clara nunca olvidó a Alberto, ni siquiera cuando le presentaron a Gerardo, un hombre que Aldana había insistido que conociera.
Gerardo adivinaba sus deseos, aun antes de pronunciarlos, la consentía en todo, era amable, servicial, quizás demasiado para su gusto. No había emoción en su vida, todo era demasiado pulcro, medido, predecible...
Nuevamente comenzaron las discusiones con Aldana, quien quería convencerla a toda costa que Gerardo era el hombre que le convenía.
A pesar de su insistencia, no lo logró, y Gerardo se fue de su vida sin dejar un espacio para extrañarlo. Clara a los pocos días enfermó, sin encontrar los médicos una causa. Y aunque Aldana insistía que el motivo era su separación de Gerardo, Clara sabía con seguridad que no era así, mas no tenía fuerzas para discutir. Se sentía débil, vulnerable...
En su trabajo conoció a Demián, un nuevo empleado que aceleraba los latidos de su corazón. Aldana se enfureció al enterarse. Una fuerte y repentina lluvia azotó la ciudad. Un temporal absolutamente inusual en esa época del año.
Clara se sentía abrumada, comenzó a creer que lo mejor era alejarse de Aldana y Artemio, que si bien eran como su familia, las terribles discusiones con la mujer eran un precio demasiado caro. Al tomar esta decisión un dolor de cabeza repentino la dominó. Entre la neblina de sufrimiento, puntadas de certezas fueron aclarando su mente y mi abuela comprendió casi como una revelación que Aldana era la artífice de sus pesares. Le costaba creerlo, pero a medida que lo pensaba con más detenimiento comprendió que estaba en lo cierto. Antes de conocerlos era una muchacha feliz.
Se sentía presa entre barrotes de impunidad, dominada por una fuerza superior y egoísta. No sabía cómo saldría de esto.
Demián se apareció de improviso en su casa, al verla en ese estado, se preocupó. No le quedó más remedio que contarle todas sus suposiciones que eran verdades. Para su sorpresa, Demián no se rió ni burló. Pareció tomar muy en serio sus palabras. Mas durante una semana completa no escuchó de él, ni siquiera fue a trabajar.
Extrañamente comenzó a sentirse mejor, relajada, los dolores de cabeza comenzaron a desaparecer hasta mermar por completo. Cuando Demián se presentó en su casa ya había tomado una decisión, demasiada brujería había tenido en su vida. Le agradeció sin mediar palabra, y sus caminos tomaron rumbos diferentes.
Unos meses después mi abuela conoció a mi abuelo. Al tiempo se enteró de la misteriosa muerte de Aldana, así supo que su pesadilla había concluido.
Imagen:Bernadette Schilder- Toscana
Imagen:Bernadette Schilder- Toscana
A mí me vendría bien algo de brujería en mi vida.
ResponderEliminarY si la bruja es guapa mucho mejor.
Besos.
Ahora me entero como murió mi abuela Aldana!! Cuando encuentre a ese Damian lo mato!!!
ResponderEliminarSólo la muerte pudo darle la oportunidad de vivir...
ResponderEliminarSi la vida ya es lo bastante dura,imagínate si te topas con una bruja de esas!
Uffff
Besos.
Mmmm, Toro, te parece?
ResponderEliminarBesito
Jajajaja Daniel. Heredaste los poderes tambien?
ResponderEliminarMejor no toparnos con brujas !
ResponderEliminarUno nunca sabe si tiene alguna cerca, no?
Besos Marinel
A mi me gustan las brujas, y cuanto mas brujas mejor. Lo que pasa que la abuela Clara no la tenia tan clara y se dejo llevar. Y el abuelo, no seria un brujo?
ResponderEliminarSi la abuela Clara se contagio de los poderes y el abuelo es brujo, la nieta sera una brujita?
ResponderEliminarDany lo dejo a tu libre interpretación...
ResponderEliminarBeso :)
Los poderes no se contagian !!!
ResponderEliminarAunque... anda a saber...
Gracias Dany, comentario doble, me gane el loto?
Que paradoja morir para vivir. Un saludo.
ResponderEliminarDe tremenda bruja se libró tu abuela. hay que mantenerse alejados de gente asi.
ResponderEliminarUn abraxo.
Joder que historia más rocambolesca y liada; desde luego que hay que tener una imaginación de la hostia. Joder con la abuela y la brujería, menos mal que yo sé la mía de que murió, ya que de lo contrario al leer este relato,igual me daba mal fario. Muy buena desde luego.
ResponderEliminarBesos Gabriela.
Madre mía. Me he quedado sin palabras... Un escrito muy impactante y diferente.
ResponderEliminarSin duda, la pobre Clara estaba sufriendo desde que conoció a Aldana. Es una lástima que Alberto tuviera aquel accidente, y que encima luego se empeñara en emparejarla con otro chico...
Tanto hechizar no podía ser bueno... Está claro que Clara lo notaba, que quizás se veía afectada por esto incluso. Lo malo es que tuviera que fallecer para que Clara se sintiera bien, pero así pudo ser feliz también :)
Un abrazo, GaMyr. Muy bueno!
La vida tiene muchas paradojas.
ResponderEliminarUn saludo Karras
No era mi abuela, pero si, se salvo despues de mucho padecer.
ResponderEliminarGracias Marilyn.
Jajajaja, gracias Rafa :)
ResponderEliminarUn beso
Gracias Natalia, me alegro que te haya gustado.
ResponderEliminarBesos
Soy escéptica en el tema de la brujería, aunque tu relato me ha dado miedo.
ResponderEliminarQué bueno Gamyr; menos mal que se alejó de ese mundo oscuro.
Un beso, guapa.
Hay gente que son vampiros emocionales y nos chupan la energia.
ResponderEliminarLa envidia es muy mala.
Me ha gustado mucho el relato, hay gente así.
Besos.
Que las hay las hay!
ResponderEliminarBesos Towanda :)
Seguro que hay gente asi, metamorfosis, pero pocas veces nos damos cuenta.
ResponderEliminarBesos
Hola Gabriela, interesante... muy bueno el relato, además creible, hay tantos casos como éste y nunca se sabe que ocurre. Ah!, mi abuela también se llamaba Clara, y su vida fue una desdicha mientras estuvo con el imnombrable de mi abuelo que por suerte no conocí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Roberto :)
ResponderEliminarOtro abrazo para vos.
Increible. Mi abuela se llamaba Clara (y asi le puse a mi hija mayor) y mi marido Damian...me tengo que empezar a preocupar? Es como un libreto para una pelicula...Buenisimo
ResponderEliminarJajaja Jess no te preocupes! Imaginacion pura! Lo escribi hace mucho y ni me acordaba de este cuento, :)
ResponderEliminarUn beso