domingo, 8 de febrero de 2015

Viaje en colectivo

Estaba cansado. Había sido un día agotador. Subí y me senté casi al fondo. Cerré los ojos. Empecé a relajarme imaginando lo que haría al llegar a casa. Pronto mis pensamientos se vieron invadidos por la voz de mi compañero de asiento que parecía no darse cuenta donde estaba y discutía a viva voz con alguién por celular. Inmediatamente desde atrás me llegó la voz de una mujer que también hablaba muy alto. Presté atención a mis circunstanciales colegas de viaje, salvo el conductor una viejita y yo, todos mantenían animadas conversaciones con interlocutores invisibles. Las voces , en el relativamente reducido espacio, chocaban en mis oídos como un borracho perdido.

- El contrato como mínimo a tres años y no creas que esa suma es satisfactoria...
- Eso no es lo que hablamos, me siento defraudada Enrique...
- ¿Vamos a bailar el sábado?..
- Tenés que terminar la tarea y después podes ir a jugar a la casa de...
- Encontré un vestido de oferta que no sabes lo que es... Te vas a morir...
Me sentía mareado, aturdido. Retazos de conversaciones me envolvían, jadeaban a mi alrededor, alterando mis sentidos.
Miré al conductor desconsolado. Me guiñó un ojo, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. No entendí que lo divertía tanto hasta que de repente cada retazo de conversación se materializó, literalmente hablando, en letras que danzaban en todas direcciones. Un baile desenfrenado de palabras que subían, iban y venían saliendo y entrando por bocas que quedaron congeladas expresándose sin quererlo ya.
La mujer que le hablaba a su pareja le decía de pronto que el contrato lo rompería en mil pedazos y el hombre que hablaba con su socio le dijo que le mandaria la foto con el vestido nuevo apenas llegara a casa. La chica que arreglaba para ir a bailar dijo que los deberes eran la prioridad y después la diversión... Nadie entendía lo que estaba pasando, salvo el chofer y la viejita que parecían disfrutar como locos. Finalmente me relajé y empecé a reír con ellos...