Santiago se despertó sobresaltado. Miró la hora y maldijo en voz alta. En el último tiempo cuando se iba a dormir, daba mil vueltas en la cama, mientras el sueño le hacía morisquetas, escapándose, provocándolo... Recién con las primeras luces del alba se quedaba dormido, vencido. Así todas las noches…. En los últimos meses había llegado demasiadas veces tarde. Odiaba las miradas comprensivas de sus compañeros. Mientras se lavaba la cara miró los círculos violáceos debajo de sus ojos que le devolvieron la mirada sin brillo, opaca…Estaba demacrado, había adelgazado varios kilos. Apenas tomó unos sorbos de café, y salió.
En la oficina le costaba concentrarse, necesitó toda la fuerza de voluntad de la que fue capaz para hacer su trabajo. Se sentía agotado, las noches sin dormir se cobraban su precio. Varias veces se sorprendió soñando despierto. Ester aparecía de repente, con su sonrisa a cuestas, envolviéndolo con su perfume de vainilla, haciéndolo reír con sus ocurrencias... Ester se fue de repente, dejándolo vacío, rumiando su dolor, impotente y devastado.
Llegó a su hogar arrastrando los pies, literalmente. Por el pasillo, antes de poner la llave en la cerradura, un delicioso aroma le despertó los sentidos. Se puso tenso sin darse cuenta, era el mismo aroma del pollo a la mostaza que cocinaba Ester… Abrió la puerta, que estaba sin llave, estaba seguro de haberla cerrado esta mañana. Casi se desmaya al ver la mesa preparada y en la cocina una cacerola con el pollo que solía preparar Ester. Fue a su cuarto corriendo, encontró toda la ropa limpia doblada sobre la cama en vez de la montaña de ropa sucia que él había dejado...
Intentó serenarse, el corazón le latía desbocado. ¿Sería posible que Ester hubiera regresado? Si fuera así, ¿dónde estaba? Recorrió la casa sabiendo de antemano que no la encontraría allí, aun así necesitaba asegurarse. Se sentó en la mesa y se sirvió la comida. El pollo tenia exactamente el mismo sabor que el recordaba. Una extraña calidez le recorrió todo el cuerpo, extrañamente relajado. Una sensación de paz que hacía tiempo le era esquiva. Desde esa tarde, todos los días al volver del trabajo encontraba la comida lista, y la ropa ordenada. Por las noches dormía plácidamente, sin pesadillas ni sobresaltos. Nunca pudo comprender lo que pasaba. A veces estaba convencido que se había vuelto loco, la verdad es que no le importaba…
Imagen : El hombre durmiendo- Maria Gallardo
No en vano se dice que recordar es vivir dos veces.
ResponderEliminarBonito relato, amiga.
Un besote
Gracias amig@mi@ :)
ResponderEliminarBesos
Hermoso relato! Recordar es vivir!
ResponderEliminarUn abraXo!
Mi querida Gabriela,regreso después de un tiempo ausente y me emociona leer tan maravilloso y sentido relato.
ResponderEliminarUn placer leerte,sin duda.
Besos de luz.
En realidad Ester no se fue.
ResponderEliminarLa lleva dentro.
A todas horas y en todas partes.
Besos.
Original relato
ResponderEliminarSera como dice Amig@mi@ recordar es vivir dos veces
Un abrazo
Recordar es vivir, aunque tambien es importante seguir viviendo con la realidad.
ResponderEliminarBesos Marilyn.
Gracias Morgana y bienvenida otra vez !
ResponderEliminarEs muy lindo tener alguien dentro de uno para siempre.
ResponderEliminarBesos Toro
Gracias Lapislazuli.
ResponderEliminarUn abrazo
Guau, ¡qué historia!
ResponderEliminarREcordaba o es que nunca salió de su interior???
Me encantó.
Un besazo.
Quien sabe...
ResponderEliminarGracias Towanda
Besos
Que gusto he sentido leerte.. los recuerdos afloraron en cada gesto de tus letras, están siempre con nosotros.. no se ha ido..
ResponderEliminarBello amiga BRAVO..
Ausente pero pendiente cuando puedo, para leerte...
Un abrazo
Saludos fraternos...
Que buena historia, hasta inquietante.. pero es como tener a alguien siempre cerca tuyo. Besos
ResponderEliminarGracias Adolfo.
ResponderEliminarOtro abrazo para vos :)
Hay veces que ese alguien nunca se va de nuestro lado Hanna.
ResponderEliminarBesos