Martina lo vio y se quedó muda. Sus amigas la miraban extrañadas, se había quedado callada en la mitad de la frase. Claudia siguió la dirección de su distracción, y al instante su mandíbula quedó suspendida en el aire. Finalmente todas se giraron y vieron al mismísimo Adonis. Vistas desde afuera parecían más bien estatuas o maniquíes en una vidriera.
Adonis, un muchacho de rasgos que parecían cincelados, con el cutis tostado por el sol, se acercó al grupo preguntando por alguien. Ninguna pudo emitir palabra, hasta que finalmente Claudia le dijo que preguntara en la secretaría. Al darse media vuelta les guiño un ojo y risas un tanto histéricas inundaron el aire.
Inmediatamente todas comenzaron a hablar a la vez, alborotando hasta los pájaros que dormitaban al sol.
Martina tenía las mejillas encendidas, parecía un durazno apetecible. Claudia estaba tan embelesada como ella, en realidad lo estaban todas.
Adonis regresó, acostumbrado al revuelo que su presencia generaba y se acercó al grupo. Claudia le sonrió insinuante. Pero Adonis se dirigió a Martina, y con una tonta excusa la alejó del resto.
Martina no podía creer su suerte, y en cuanto Adonis comenzó a seducirla sus sentidos se nublaron, entregándose al placer de sus caricias. Se envolvió con la dulzura de sus palabras mientras el la desvestía, se sumergió en sus besos de miel y caramelo, perdió sus sentidos al contacto de su piel, y entregose toda al amparo de nuevas sensaciones que la estremecían.
Volvió a su casa montada en nubes de colores, radiante, feliz, enamorada.
Se veían a diario, a la salida de la escuela, mientras sus amigas, en especial Claudia lanzaba miradas que parecían dardos envenenados.
Pasaron unos meses, y Adonis, así como apareció, se evaporó en el aire.
Martina comenzó a perder brillo, se consumía lentamente, evocando en su mente las palabras que hoy habían perdido todo sentido. Pasadas unas semanas comprendió que estaba embarazada y sintió que el mundo estallaba en mil pedazos. Se sentía tonta, humillada, avergonzada. No quería ver a nadie, ni a sus amigas, atemorizada hasta de si misma, convirtiéndose poco a poco en el carozo de una fruta que uno deshecha sin pensar. Los meses pasaron, haciendo de Martina la sombra de si misma. Se apagaba su vida, a la par que su vientre crecía. No quería a su bebe, le recordaba a diario su torpeza, su ingenuidad, su estupidez.
En un tibio mes de enero Martina dio a luz un hermoso bebe que no pudo, no supo o no quiso aferrarse a la vida.
Vaya...
ResponderEliminarCon lo bonita que parecía la historia.
Así es la vida en realidad.
De la alegría a la tragedia en un plis plas.
Besos.
La vida puede cambiar de la noche a la mañana,,así es de caprichosa.
ResponderEliminarMis besos.
Que triste historia. A pesar de ello me gusto mucho, pues la vida es asi´de impredecible. En un abrir y cerrar de boca todo puede cambiar.
ResponderEliminarLa vida tiene tristezas y alegrías, altos y bajos, que en definitiva son los que nos mantienen vivos.
ResponderEliminarUn beso Toro.
Tal cual Morgana, nadie tiene nada asegurado.
ResponderEliminarBesos.
Triste, si, Marilyn, pero absolutamente posible, tristemente factible.
ResponderEliminarBesos
Escribes inquietante amiga Gamyr,
ResponderEliminarsiempre es un placer leerte.
que tengas una feliz semana.
un abrazo.
La vida es impredecible, nos juega malas pasadas cuando creemos que la felicidad anida en las palmas de las manos. Tal vez ese embarazo triste cargó con la culpa de Martina, no sé, digo yo.
ResponderEliminarBesos
Igualmente Ricardo, feliz semana tambien para vos.
ResponderEliminarUn abrazo
Tal vwz VivianS. Nadie conoce las vueltas del destino.
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Tu historia es la que tantas chicas que hoy les toca vivir…la vida, el destino juega con todos, creemos que la felicidad son esas nuevas sensaciones que hacen estremecer pintando la vida de color…pero la vida es un vaivén de llanto y felicidad…
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Es asi Sneyder, es fácil caer en la trampa.
ResponderEliminarBesos
He venido a tu blog por petición de "amig@mia" para comprobar que podía entrar en él (ella no puede), y mira por donde me he encontrado con un hermoso aunque triste relato.
ResponderEliminarMe pasaré por tu espacio.
Un abrazo.
Mercedes
Me quedo con los pelos erizados...
ResponderEliminarMuy triste y tan bello que me emocionaste.
Besos, Gamyr.
Emisaria Mercedes gracias por la visita. Ultimamente hay dificultades en varios blogs para dejar comentarios. Mis saludos a amig@mi@ y espero tu visita nuevamente.
ResponderEliminarEs bueno emocionarse de vez en cuando Towanda, me alegra saber que lo he logrado.
ResponderEliminarBesos