lunes, 24 de febrero de 2014

Un viaje



Es una vieja costumbre, sentarme en el colectivo e imaginar historias. Cada pasajero es un personaje. Esa mujer que está sentada en el segundo asiento es ignorada por sus hijos y nietos, está triste y se siente muy sola. Ese de más allá es infiel, engaña a su mujer con cuanta pollera se le cruza. Aquel otro es un asesino serial, mata a mujeres rubias. Un escalofrío me recorre la espalda. Dos adolescentes cuchichean y se rien como tontas mirando de reojo al pelirrojo que escucha música y ni las mira. Allí hay una mujer con el pelo recogido luchando por salir de sus horquillas, el esmalte de uñas saltado y la mirada triste, ella limpia casas para mantener a sus cinco hijos y al borracho que la embaraza. Hay un abuelo con una sonrisa que no se le borra, debe estar pensando en la última travesura de sus nietos. Hay una ama de casa devota, una secretaria acosada por su jefe, una enfermera con sus zapatos blancos y un masajista. De repente el colectivo cobra una velocidad inusitada, y cuando miro por la ventana veo asombrada como nos elevamos, pasamos autos, autobuses, micros. Se oye un murmullo asombrado. Miro al chofer buscando una explicación, mas el parece tan asombrado como nosotros. Pasamos calles, rutas, autopistas, dejamos atrás casas y edificios, la ciudad nos deja ir... Ahora sólo hay campo y unas vacas rumiando aburrimiento. Yo tenía razón, la mujer de la limpieza saca trapos de su bolso y comienza a limpiar las ventanas, el infiel abraza a su compañera de asiento que asustada se acurruca a su lado. Las adolescentes corren a refugiarse junto al pelirrojo, que cambió de buen modo la música por sentirse un héroe. Le enfermera asiste al abuelo. El chofer trata de mantener la calma y el volante. La mujer que se siente sola no para de llorar, encontró un buen modo de liberar su angustia. Pronto se hace de noche. Todos mis personajes son tal y cual había imaginado.  El ama de casa devota, apreta fuertemente su rosario y reza en un murmullo. El masajista masajea a la secretaria acosada. Hay algo que me preocupa mucho. Toco mi gorro y me siento a salvo. El asesino serial parece estar buscando a su próxima víctima. Ignora que la tiene muy cerca. Me mira achinando los ojos, como si con rayos X atravesara la tela. Como atraído por un imán un mechón se escapa de su escondite. Veo una sonrisa trepar por su rostro, instalándose cómoda entre dientes manchados de tabaco. Mi cara es una mueca de terror. Me levanto de golpe, sin sacarle un instante la vista de encima,  la gorra se me cae , dejando caer una cascada rubia que buscaba desesperada la  libertad. Comienza a acercarse, con la sonrisa más diabólica que vi en mi vida. El colectivo frena bruscamente. Se abre la puerta de golpe. Asombrada veo que es mi parada, bajo corriendo, miró hacia atrás. Justo cuando se cierran las puertas del colectivo en las narices del asesino serial que estruja mi gorro entre sus manos.  

18 comentarios :

  1. Cada humano tiene una historia, y tu Gabriela, le has encontrado el punto clave a cada uno de ellos, parece como si hubieras tenido un sueño y te despertaras en el momento justo, para liberarte del angustioso final.
    Me ha gustado tu relato.
    Un abrazo y una buena semana.
    Ambar

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  2. Gracias Ambar, no se si fue un sueño, tal vez no...
    Me alegra que te haya gustado,
    Un abrazo :)

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  3. Gabriela. En cada persona hay una historia y tu la reflejas esplendidamente desde el asiento de un colectivo. Como es tu costumbre has escrito un excelente relato.
    Un abrazo.

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  4. Ah, pero qué bueno que está! Las ideas te fueron saliendo y no dejaste ninguna suelta!

    aunque sea Anónimo, también soy Damian

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  5. Tienes una imaginación prodigiosa.
    Me encanta cuando la dejas escapar.

    Besos.

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    1. Gracias Toro, a veces creo que mi imagianción exagera, jajajaja.
      Besos

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  6. Hola, Gamyr.

    Es muy creativa esa costumbre porque fíjate el juego que te ha dado.

    Un abrazo.

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  7. Es curioso, pero a mí también me pasa eso e incluso tengo algún relato escrito sobre el tema. Creo que imaginación no nos falta, ¿Verdad?
    Un abrazo

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  8. ¡Me ha encantado! Una historia redonda d eprincipio a fin.
    Besazo

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  9. Es buenísima historia... sigue imaginando en los colectivos, que a la próxima te alcanza y luego? jajaja!
    Besos!

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  10. Genial hasta el final. Me atrapo y me llenó de ansiedad para leer como acababa,
    saludos

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