domingo, 17 de marzo de 2013
Un viaje de novela
Subí al tren justo antes de que arrancara. Me senté en el primer asiento vacío que encontré. Me puse a mirar por la ventana, pronto todo perdió forma, tornándose difuso a medida que la velocidad aumentaba. Preferí concentrarme en el interior, un incipiente dolor de cabeza arañaba mi sien, era mejor no provocarlo más. De pronto la vi. Era imposible, seguramente mi imaginación me estaba jugando una mala pasada. No podía sacarle los ojos de encima, nuestras miradas se encontraron, y me sonrió. Ahí no tuve más dudas. Aproveché que a su lado el asiento estaba libre, así que junté mis cosas y me apresuré a sentarme junto a ella, no fuera cosa que alguien más la descubriera y me arrebatara la oportunidad.
- Te admiro profundamente, dije. Leí todos tus libros. También escribo…
Isabel me miró y pareció complacida. En realidad pensaba si compartir conmigo su secreto, y decidió que sí.
- Viajo a la Casa de los Espíritus me dijo en un susurro.
- No creo haberte escuchado bien.
- Me has oído perfectamente, ¿quieres venir conmigo? Y sin darme tiempo a responder me tomó la mano e inmediatamente sentí un vértigo amenazante…
Cuando miré a mí alrededor comprendí que estábamos efectivamente en la casa de Clara y Esteban, si hasta Barrabás apareció de la nada moviéndome la cola.
- Esto no es posible – dije en un tono casi inaudible.
Isabel sonrió al tiempo que contestaba: – Claro que sí, suelo visitar a mis personajes, los cuido, me intereso por sus cosas, me preocupo por ellos. Lo hago a menudo. ¿Me dijiste que escribes no? No deberías sorprenderte tanto entonces.
Me quedé paralizada al ver a Blanca, tan hermosa y parecida a su madre. La nana la venia siguiendo de cerca. Estaba realmente allí, no era un sueño. Podía verlos, escucharlos, y… ¿tocarlos? No estaba segura, y no pensaba quedarme con la duda. Me acerqué a Clara, ese personaje entrañable y lleno de misterios. Le acaricié la cabeza, ella inmediatamente me espantó como si fuera una mosca.
- Isabel, esto es maravilloso, no puedo aun creerlo. ¡Tenés que enseñarme!
- Se está haciendo tarde, debemos irnos.
Abrimos la puerta de calle. Me di vuelta para retener en mi memoria este momento único, temiéndolo irrepetible. Vi a Clara que se acercaba.
Cerró la puerta tras nosotras, casi juraría que la escuché decir “Vuelvan cuando quieran”.
Relato en homenaje a Isabel Allende, autora de numerosas novelas, entre ellas La casa de los espíritus en 1982, mi preferida, en el marco del Taller de escritura La búsqueda
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Impresionante consigues que me concetre en al elctura de una forma unica
ResponderEliminarGracias Sergio ! De verdad muchisimas gracias :)
ResponderEliminarMe gusta mucho como escribe.
ResponderEliminarHe leído casi todas sus novelas.
Bonito homenaje.
Besos.
Tambien yo lei casi todas y me encanta !
EliminarGracias Toro
Felicidades, Gamyr, te quedó estupendo.
ResponderEliminarTambién me gusta mucho Isabel Allende.
Un beso.
Gracias Towanda, me alegra que te haya gustado :)
EliminarHe leído varias de sus novelas y alguna más espera en los estantes su turno. La verdad es que tiene una prosa sencilla para lo difícil que suele ser el argumento.
ResponderEliminarUn bonito homenaje, amiga
Besos
Si su estilo es muy particular, a mi me atrapa desde la primera frase.
EliminarBesos amig@mia
Gabriela, tu prosa realmente me fascina, es un placer cada vez que paso por tu sitio a leerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Roberto por tanta calidez :)
EliminarUn abrazo