domingo, 17 de junio de 2012

El último transplante

Llegó al consultorio el jueves a última hora. Una mujer rondando los treinta, vestida con jeans y una remera de tonos violáceos, que empalidecía aún más su rostro. Al encontrarme con sus ojos sentí una punzada en el pecho, de tanto dolor que reflejaban.


La invité a tomar asiento y conversamos mucho, más de lo usual. Tanto que Aída golpeó la puerta lamentándose por interrumpir, pero apurada por irse despues de concluir su trabajo. Recien ahi me di cuenta de la hora. Tuve el impulso, por un instante,un levísimo instante de invitar a mi paciente a cenar pero me contuve.

Lamentablemente ambos sabíamos que no había mucho por hacer, las cartas estaban echadas. La única opción era un transplante, pero aún eso era una leve esperanza. En mis años como médico cirujano especialista en transplantes había visto la muerte demasiadas veces. La impotencia de perder una vida siempre te deja un sabor amargo, no por conocido duele menos. Existen esos casos en los cuales uno se involucra más, simpatiza con el paciente. Sin embargo, jamás me había pasado lo que sucedió con Clara. Desde el primer instante que la vi sentí un batir de alas en mi interior, esa sonrisa triste me conmovía más alla de lo racionalmente explicable. Nos encontramos varias veces, para revisar analisis, posibles fechas, donantes, compatibilidades... Y cada encuentro nos unía más, como si algun hechizo hubiera conectado nuestras almas. Nunca hablamos de otro tema que no fuera el tratamiento, aún asi nuestros ojos decían todo lo que no nos animábamos a poner en palabras. Un dia se rozaron nuestras manos y todo mi cuerpo se estremeció.

Alicia adjudicaba mi frialdad y alejamiento a demasiado trabajo. Insistía en que debíamos hacer un viaje.

Despues de dos meses apareció un posible donante, todo sucedió rápido. Estaba muy nervioso, hasta pensé en derivar la operación en un colega. Estaba demasiado involucrado y no sabía si sería capaz. Lo más honesto me pareció hablarlo con Clara, temía que me preguntara el motivo, aún asi lo hice en mi ronda de visita. Clara me miró con esos ojos que había aprendido a amar tanto y me dijo:

- Solo en tus manos pongo mi vida. No te sientas presionado, lo que tenga que ser será. Y nadie va a poner más empeño en salvarme que vos.

La mire haciendo un gran esfuerzo por no llorar, las enfermeras nos miraban y no podía permitirme estar en boca de todo el hospital. Asi que guardé mi amor en el bolsillo y seguí con las visitas médicas. Antes de salir de la habitación me giré para mirar a Clara y le dije te amo sin hablar. Ella me sonrió.

A las nueve estaba todo listo. La sala de operaciones de pronto me pareció demasiado pequeña, sofocante, me transpiraban las manos a pesar del frío. Tuve que tirar dos pares de guantes. Antes de que le aplicaran la anestesia me acerqué a Clara, desaparecieron de mi alrededor las enfermeras, el anestesista, el medico ayudante , solo existíamos Clara y yo, quise decirle tantas cosas que las palabras se atoraron todas juntas sin poder salir. El anestesista volvió a aparecer ante mi preguntándome si podía aplicar la anestesia, asentí mirando todo el tiempo a Clara, incapaz de emitir palabra.

Al principio todo fue bien, pero en la mitad de la intervención comenzó a complicarse, Clara estaba muy debilitada y su cuerpo no estaba resistiendo. Sabíamos que esto podía pasar , mas estaba aferrado a la idea de salvarla, de darle otra oportunidad que la vida se empeñaba en negarle.Por un instante sentí la mano de Clara acariciar la mía. Sabía que esto era absolutamente imposible, pero hubiera jurado que... Tuvieron que ayudarme a salir de la sala de operaciones., incapaz de resignarme a perderla, mi cuerpo dejó de responderme.

Nadie jamás entendió porque el prestigioso y prometedor especialista de transplantes Julio Noruega dejó su profesión de repente, y de manera indeclinable.

22 comentarios :

  1. ...conectando ,,, almas y estrellas- gracias por tus letras !!!- Javier Berney-

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  2. WooooooWWW.
    Mi querida amiga ¡Que historia!

    Tiene todo lo necesario para atrapar al lector. ya en la mitad del relato Uno huele el desinfectante en un entorno de batas blancas.

    Lo he leído en casa en voz alta y mi familia quedó en silencio largos minutos sin que se pudieran recuperar.
    Aunque el desenlace estaba en lo posible uno descarta esa posibilidad hasta que el final te golpea con una realidad vestida de realidad.
    Me extendí en el comentario. Perdona.

    Solo quiero decirte
    ¡Que bueno que seas mi amiga!

    Besos de
    http://nidaeldore.blogspot.com

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  3. Excelente relato Gamyr.
    Qué difícil el tema de los donantes hoy en día, creo que es muy fuerte para ambas familias.
    Besos

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  4. Muy bueno Gamyr. Atrapas al lector de principio a fin. Triste realidad, la muerte, y mas en esas circunstancias.


    un abraxo

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  5. Una auténtica tragedia...
    Buen relato.

    Besos.

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  6. Que historia!!
    Involucrarse es lo peor que puede pasar
    Un abrazo

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  7. Hola Gamyr, qué historia por Dios!!!!
    Sentí una enorme compasión leyéndola...
    Te mando un beso al alma y seguiré leyéndote.

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  8. Si, es una realidad que golpea a muchas familias.
    Un beso Marilyn

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  9. Lapislazuli, seguramente hubiera elegido no involucrarse, pero no siempre se puede.
    Besos

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  10. Uff amiga, hay tantos casos como este repartidos por el mundo... ES mucho más duro cuando conoces a la persona, y ya si estás enamorado de ella...
    Un abrazo

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  11. Un relato muy duro...pero ¿quién sabe lo mismo esto ha sucedido más de una vez?, ocurre entre alumnos y profesores, compañeros de trabajo, de universidad, ¿porque no entre médico y paciente?.
    Por cierto, has llamado Ana a Clara al final del texto, espero no te molestes por la pequeña corrección.
    Besos.

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  12. Seguro que si amig@mi@, son cosas que pueden pasar en la realidad, y son terriblemente duras y dolorosas.

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  13. Al contrario, te agradezco la corrección y tu comentario.
    Un beso y gracias por tu visita :)

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  14. triste, mucho
    y la muerte siempre en medio dando espacio a la tragedia

    un beso

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  15. Impresionante relato. Enhorabuena.

    un abrazo

    fus

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  16. Siempre la muerte está en el medio Laura, o al menos, su fantasma.
    Besito

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