lunes, 3 de noviembre de 2014

Carta abierta a la vida

La vida me ha golpeado muchas veces. He llorado, perdido, sufrido. Tuve dolores físicos y en el alma. Emigré. Me caí. Me humillaron y me  lastimaron. Sentí el corazón estallar de dolor, la tristeza fue una persistente compañera. Y con el tiempo aprendí a seguir adelante, a pesar de todo y de todos. A dibujarme una sonrisa en el rostro aunque no tuviera ganas de sonreír, a rodearme de gente que valga la pena, a descartar la que no, a caminar con la frente alta, a levantarme de la cama aunque ésta intentara retenerme a la fuerza.
Crecí. A golpes de la vida.
Avancé, a veces a rastras, otras empujada por manos queridas.
Y me levanté, aún sin ganas ni voluntad.
Nadie me regaló nada.
Hoy, en la mitad de mi camino soy más sabia.
Aprendí que la vida es una ruta escarpada, hay que aferrarse para que no te pasen por encima.
Hay que ser humilde. Entender que la vida puede cambiar en un instante. Llorar sólo cuando es indispensable. Y reír siempre que se pueda. La vida te da oportunidades de cambiar. De ser mejor persona. De superarte a vos mismo. Hay que aprender a mirar con otros ojos, los del alma.
Aprendí que ayudar al otro es un egoísmo sano, me hace sentir bien.
Aprendí que debo dejar volar a mis hijas, aún reteniendo la respiración, sin poder evitar que sufran, tan sólo secar sus lágrimas, y eso sólo si ellas me dejan. Esa es la parte más difícil del camino. Dejar ir pero estar. Cuidar sin invadir. Permanecer cerca sin interferir, a menos que lo pidan. Lo más duro de ser madre es ver sufrir a tus hijas y no poder hacer nada por evitarlo.
Aprendí que en vez de mirar lo que hace el otro es preferible ocuparse de tu propia vida.
Aprendí a no juzgar. Cada uno tiene sus razones. Sus tiempos. Su verdad, aunque no sea igual a la mía.
Aprendí que todos más tarde o más temprano sufrimos y que cada cual lleva su propia mochila.
Aprendí que los errores se perdonan. Los ajenos y también los propios. No somos perfectos. Ni infalibles. De nada sirven los reproches. El error sirve para aprender, para superarnos y conocernos mejor.
Aprendí a ser yo misma, con todo lo que eso implica.

10 comentarios :

  1. Has aprendido todo.
    Y bien.
    Eres sabia ahora.

    Besos.

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  2. ¡Bien por ti! y comparto lo que dices. Tambien tuve mis golpes y sali adelante. Tambien estoy a mitad del camino. Tambien tengo hijos que debo soltar. Beso

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    Respuestas
    1. Si Di, no es fácil... Me alegro que te sientas identificada.
      Un beso

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  3. Gaby: Aprendiste a vivir, te aplaudo y te dejo un abrazo muy grande.

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  4. Mi deseo, de corazón, es que sigas aprendiendo y creciendo... sin dolores ni sufrimientos.
    Un abrazo, Gaby.

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  5. Maravillosa carta repleta de verdades dolorosas por lo realistas, pero bien afrontadas, asumidas, valoradas, hasta llegar a ser tú.
    En cierto modo, a todos nos pasa lo mismo...quién no aprende a base de palos, algunos más dolorosos que otros, como todo lo concerniente a los hijos. Sin embargo, palo tras palo, aprendemos y también disfrutamos de cosas maravillosas por las que vale la pena vivir.
    Me ha encantado.
    Besos.

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