Hay días en que la tristeza
me envuelve en su niebla,
yo me sacudo, la espanto,
y entonces luchamos.
Ella quiere quedarse
acompañarme,
yo quiero alejarla,
de mi despegarla.
Invoco al sol y a la luna
para que con su luz y calor
a mi lucha se unan.
La tristeza insiste,
se acomoda, se instala
como una visita no deseada.
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